Si te has hartado de pasar horas en un punto fijo para intentar conseguir ver a una determinada especie Centroamérica y República Dominicana te esperan, porque en estos destinos la naturaleza mantiene todo su atractivo más puro, alejada de la fuerte capacidad invasiva del ser humano, preservando de esta manera la autenticidad y riqueza de una fauna autóctona variada y esplendorosa. Tienes a tu alcance un mundo exclusivo… con tan sólo abrir los ojos. Un buen ejemplo de ello son las aves y, no en vano, las de Centroamérica tienen fama de ser los pájaros más exóticos. Sin duda, es un destino ideal si sientes predilección por este tipo de turismo, que permite además el crecimiento económico de las poblaciones locales, a partir de actividades respetuosas con el medio ambiente, su ecosistema y las especies.
De las cerca de 10.000 especies de aves que hay en todo el mundo, casi un veinte por ciento pueden contemplarse en la región. Desde las más habituales lechuzas, codornices, golondrinas, mirtos y pinzones que cada año migran desde el Norte hacia el Sur de América, también destacan, en el sentido inverso, el tránsito de saltarines, cotingas, tucanes y hormigueros.
Si buscamos originalidad de cada país, situamos a la reinita rosada o quetzal en Guatemala; el águila harpía, el colibrí esmeralda o el peluquero coronado de manchas en Panamá; el ara macao y el torogoz en El Salvador; el guardabarranco en Nicaragua; el yucatán jay en Belice; el colibrí esmeralda en Honduras; la cigua palmera en República Dominicana; o el yigüirro en Costa Rica.
Si vienes un mes a la región podrás identificar hasta 800 aves distintas. Las zonas más recomendables por su alta densidad poblacional de aves son los paisajes del Mountain Pine Ridge (Belice); Pico Bonito y Santa Bárbara (Honduras); Petén, Todos Santos, Atlitán, Tecpán y Antigua (Guatemala); la reserva Indio Maíz (Nicaragua); así como Gamboa y Darién (Panamá).